08 febrero 2025

Principios morales de uso más frecuente

El libro se dedica a ampliar algunas cuestiones contempladas en la encíclica Veritatis splendor de Juan Pablo II, y lo hace en torno a tres principios: el del mal menor, según el cual es lícito hacer una opción reducida a limitar el alcance de un mal cuando no es posible conseguir el bien; el de totalidad, que afirma que la mutilación sólo es moralmente permisible si es necesaria para el bien de todo el cuerpo; y el del voluntario indirecto o causa de doble efecto, se entiende un efecto bueno y otro malo. Los tres han sido objeto de abuso y el autor (Fernando Cuervo), sin entrar en enojosas casuísticas, se dedica a poner en claro cuándo y de qué modo son aplicables.

Me quedo con una frase y un párrafo.

La frase es del cardenal Newman, hoy san Juan Enrique:

La conciencia tiene unos derechos porque tiene unos deberes.

El párrafo contribuye a superar una duda que me quedó a propósito del libro de Matias García Gómez sobre la conveniencia o no de tolerar (o no legislar contra) el aborto voluntario en aras del principio “la verdad no se impone”.

La confusión entre tolerancia y autorización positiva del mal ha servido para que en determinados ambientes se pretenda aplicar a la ley del divorcio y aborto el principio de tolerancia, que permitiría tolerar el mal para evitar otros mayores. Esto constituye un grave equívoco, que conviene clarificar, pues ninguna ley que vaya contra el derecho natural es “tolerancia” en el sentido permitido por la ley moral. Una cosa es “tolerar” un mal, por ejemplo, no castigándolo por determinadas razones, y otra muy distinta –que constituye una cooperación ilícita al mal y un pecado—es contribuir a “legislarlo”, a reglamentar el ejercicio de ese mal autorizándolo positivamente.

Se trata, pues, de una cuestión de derecho natural, mientras que ningún precepto de derecho natural obliga a adoptar el catolicismo como religión de Estado.

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