La doncella a lo
Rossetti,
Europa central, el castillo aislado, visiones nocturnas, esos elementos típicos
de lo que se llama novela gótica nos son presentados ya desde el principio y lo
demás se adivina. El maligno aparece en forma inocente, como otra doncella a lo
Rossetti, esta de pelo oscuro, y
aparece como víctima de un accidente de diligencia. La madre sigue viaje, un
viaje inexcusable, la hija queda de huésped en el castillo, conde la doncella
vive con su padre y dos damas de compañía. Las dos chicas no tardan en trabar
una amistad de esas de juventud, arrebatadas, apasionadas. Pero la estancia de
Carmilla coincide con fenómenos extraños que afectan a la psique y al cuerpo de
la protagonista y narradora, Laura por poético nombre. Aunque la gente cree en
vampiros, y Carmilla da bastantes pistas, Laura tarda en atar cabos, supongo
que cegada por la amistad. A través de otros personajes, sin embargo, se va descubriendo
la similitud del caso de Carmilla y Laura con otros sucedidos a algunos
antepasados…
Lo que ahora son tópicos entonces era solo moda. Por lo
demás, hay poco que destacar aquí, salvo esa sensualidad que Sheridan imprime a la relación
vampírica, explotada un siglo después, y de modo más grosero, por subproductos
perfectamente prescindibles.
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