Pongo lo de “novela” porque al parecer forma parte del
título, tal como
Aragon lo quiso. Es
un relato vanguardista al estilo de
Ramón
Gómez de la Serna, por citar lo más parecido que tenemos por estos lares.
Esto quiere decir, entre otras cosas, que no vamos a encontrar personajes,
caracteres, sino monigotes que transmiten las ocurrencias de su fabricante. Es
una novela en clave, al parecer, digo
al
parecer porque si no te lo dice el editor y te lo sugiere el propio autor
en su prólogo no lo habrías adivinado, o al menos no habrías identificado la
figura real que se halla tras el nombre ficticio. De modo que tenemos aquí
actuando a
Picasso,
Charlie Chaplin,
Max Jacob,
Paul Valéry,
Diego Rivera y algún otro, todos
formando parte de una especie de club de adoradores de la nueva estética,
representada por una mujer fatal de nombre Mirabelle, por quien se disputa y
hasta se mata.
Aparte de las leves peripecias imprescindibles para que
podamos hablar de una novela, la tal novela está formada, como ya sugerí, por diálogos
en que los personajes colocan su visión del mundo, del mundo de yupi en que
habitaban los surrealistas y vanguardistas en general, a veces inteligible para
los pobres filisteos, a veces no tanto.
Aniceto es fácilmente interpretable como contrafigura del
autor, y el resto se supone que hablan y actúan como lo harían sus propias
contrafiguras, aunque, claro, hay que conocer muy bien la época y el ambiente
para darse cuenta. De hecho, estamos ante una obra más de temporada que otra
cosa y que no creo que pase al Olimpo de las grandes realizaciones del último
siglo.
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