16 octubre 2024

Sermones parroquiales, 1

Aunque estos sermones tratan, por supuesto, del amor de Dios y del amor a Dios, llama la atención que la palabra obediencia se encuentre 93 veces por 82 que aparece amor. Ya nos advierte el traductor que por obediencia entiende Newman el ejercicio de las virtudes cristianas, es decir, el portarse bien. Y también de que algo queda de calvinismo en este Newman todavía no católico. En efecto, en los primeros sermones el futuro santo nos sugiere que ese ser buen chico es una muestra de la predilección del Señor, de contarse entre sus elegidos (palabra con 14 recurrencias en el libro, siempre referidas a esto). Me pregunto si Newman habría sido motejado de pelagiano en nuestros días, en que se prefiere poner el acento en el amor a Dios y en su infinita misericordia. De todos modos, no está mal que nos recuerden de vez en cuando que Dios no te salvará sin ti.

Se entiende, por otra parte, que Oscar Wilde dijera aquello de que la católica era una Iglesia de santos y pecadores, y que para señores respetables ya estaba la anglicana. Sin embargo, hay varios sermones en este volumen que tratan sobre el fariseísmo y que parecen dar una respuesta anticipada (datan de 1829-32 más o menos) a esa ironía wildeana: la tal respetabilidad no tiene nada de malo siempre que tú cuides de no hacer tu limosna delante de los hombres.

Me he quedado con bastantes párrafos que iré colocando aquí. De momento, vaya esta frase que podría adornar un calendario: La alabanza del mundo se parece mucho al desprecio. Sí, ¿no?

__