La gente admira la religión siempre y cuando puedan admirarla como un cuadro. La encuentran maravillosa en los libros y [,] mientras puedan contemplar cristianos a distancia, hablan bien de ellos. Los judíos en tiempos de Cristo edificaban sepulcros a los profetas que sus padres habían matado; y ellos mismos mataron al justo de Dios. Dieron reverencia al Hijo de Dios antes de que viniera [,] pero cuando su llegada excitó sus pasiones e intereses, entonces dijeron: “Este es el heredero. Vamos, lo mataremos y será nuestra la heredad” (Mc 12, 7) así los cristianos cuando trabajan y hacen barrera a la soberbia y el egoísmo del mundo, disgustan al mundo y se ganan que “digan contra ellos todo tipo de maldad por mi causa” (Mt 5, 11)
J. H. Newman,
Sermón 12, “Profesión sin ostentación”, En Sermones
parroquiales, 1
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