08 enero 2016

La ternura del palo



"Quien bien te quiere te hará llorar", dice el refrán. Hay una ternura del palo. El que quiere mi felicidad, cuando me alejo de ella, no puede sino corregirme. El buen padre no trata de otra forma a su hijo querido. Si por sensiblería o por temor a disgustarlo le evitara la reprimenda cuando es necesaria, su amabilidad sería de una crueldad refinada. El niño al que se acaricia de esta forma sería un niño más maltratado que uno al que se golpea: se le dejaría pudrirse por dentro, sin incurrir en delito. Sufriría un maltrato espiritual. Disfrutaría de golosinas tan azucaradas que le provocarían caries hasta en el alma. Una buena trabajadora social debería citar al padre y ordenarle que castigara a su hijo, bajo pena de retirarle la custodia: "Usted le consiente sus caprichos, lo adormece en la pereza y la comodidad, ¿qué va a ser de él? Su alma será tan pusilánime y susceptible que odiará a todo el que contraríe sus apetitos: será incapaz de escuchar a los demás, caerá en la presunción o en la desesperanza, acabará siendo un asesino o un suicida".

Fabrice Hadjadj, Tenga usted éxito en su muerte, Introducción.

__