19 noviembre 2015

No somos Grecia... pero nos damos un aire.


          Si hubiera entrado usted en la academia de policía en la época en que yo estudiaba, le hubieran pedido un certificado de buena conducta, jovencito—le dice—. Después de la dictadura, el certificado de buena conducta quedó suprimido y sustituido por un certificado no oficial de convicciones progresistas. Zeologuis era especialista en la entrega de certificados de convicciones progresistas. Por eso subió tan rápido en el escalafón académico.

            —De acuerdo, pero ¿y el tribunal que debía evaluar la tesis? –pregunta Papadakis.

            —El tribunal ya había decidido aprobar esa tesis, de modo que ni se tomó la molestia de leerla. —Respira profundamente y se vuelve hacia mí—: En el mejor de los casos, Zeologuis era un académico mediocre, señor comisario. Su poder no derivaba de sus conocimientos de derecho. Provenía de los sindicatos y organizaciones estudiantiles, que le seguían y le apoyaban. En la Facultad de Derecho no sucedía nada que él no aprobara.

En Petros Márkaris, Pan, educación, libertad