15 marzo 2015

Ni con cola


Cada vez que hay una campaña electoral salen a escena esos grupúsculos sin posibilidades como las diferentes Falanges, supuestos herederos del partido fundado por el que muchos han considerado recientemente el político más honrado del siglo XX. Creo que lo mejor que podían hacer esos grupos es disolverse. Pertenecen al pasado y su intento de mezclar los viejos símbolos con referencias de actualidad resulta patético. Quiero decir el yugo y las flechas o el propio nombre de Falange junto a chicas ataviadas a la última. Digo que pertenecen al pasado porque la Falange fue sobre todo una estética: esas camisas azules, esos himnos, ese saludo romano, las consignas. Todo forma parte de una época donde ideologías modernas echaban mano de viejos ídolos como una alternativa a la democracia liberal que parecía venirse abajo: fascistas, hitlerianos, la propia CEDA se apuntó. Quitada esa estética, lo que nos queda es un partido socialdemócrata con una fuerte carga de nacionalismo español. Hay sitio para eso en el espectro político, pero vestirlo de jubón y calzas lo desacredita de raíz, y ya no digamos si te pones el tahalí sobre el lacoste.

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