13 diciembre 2014

Iglesias reivindica la segunda parte del 11-M


"Se gestó en mi facultad", dice. ¿Y qué hacía la gente en la facultad un sábado por la tarde? A no ser, claro, que ya desde el viernes, o antes, se hubiera decidido que el gobierno mentía, y que los cercos a las sedes del PP no fueran tan espontáneos como dice la leyenda. En todo caso, no deja de resultar nauseabundo el alzarse sobre doscientos cadáveres para echar a un partido del poder. Eso se llama complicidad con el terrorismo. De hecho, es el mismo lenguaje: los culpables no son los que matan, sino los que supuestamente crean las condiciones para que haya asesinatos. Esa mentalidad se instaló ¿de golpe? entre los españoles y los terroristas son ya cada vez menos malos. Ese es el verdadero insulto a las víctimas del terrorismo, más que la excarcelación de etarras: el encumbrar a un tipo que ensalza a la ETA y a sus amigos y criminaliza a un sistema en el que la corrupción se denuncia y, mejor o peor, se castiga.

Y esto es lo que hay que destacar, en lugar de hacer patéticos esfuerzos por encontrar casos de corrupción en estos tipos. Acierta Ignacio Aréchaga cuando muestra que la alternativa que nos ofrecen es la más favorable a la corrupción, porque su apuesta por lo público (por el monopolio del Estado, hablando con propiedad) lleva al clientelismo político, al estilo de los regímenes tercermundistas que son tan de su agrado.

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