
Giovanni saca aquí al escenario a otro clásico del
negro francés, Auguste Le Breton (Rififi, El clan de los
sicilianos), que pasa por ser antiguo amigo de Manu. Un pequeño homenaje,
supongo. Nos lo presenta como otro tipo nada burgués, en realidad "un
camorrista... Se arrastraba entre truhanes en general... hombres a quienes el
rencor mantenía despiertos y cuyas bromas hacían que todo explotara, excepto la
risa". Ese es el ambiente, aunque menos violento de lo que esas palabras
hacen suponer. En realidad es una novela de perfil bajo en la acción, a
la que parece que siempre se impone una abulia muy siglo XX.
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