21 marzo 2013

Marta o la segunda guerra


La "segunda guerra" no es tanto la del 39 cuanto la que los protagonistas tuvieron que librar consigo mismos al término de aquella, expatriados y sacudidos por el dolor. Y Marta, violada y asesinada, es, evidentemente, el símbolo de algo, con mucha probabilidad de la patria perdida: "Eres bella como una patria", le dice uno de los personajes. ¿Quién la mató?, es la pregunta que nunca se resuelve porque no estamos ante una novela policíaca, claro.

Aquí Vintila Horia, contrariamente a su costumbre, no nos presenta un solo protagonista, sino seis, alguno de ellos (o quizá todos) trasunto poco disimulado de sí mismo. Y el problema es que es difícil distinguirlos porque los personajes de Vintila (y es uno de los reproches que puede hacerse a su novelística) no tienen carácter, sino discurso, y es un discurso muy parecido. Todos ellos parecen hallarse en una especie de Tabor, fuera del tiempo y del espacio habituales, a la espera de una revelación inminente. Esto justifica la aparición de personajes simbólicos, cuya función al servicio de las ideas del autor les hace a veces perder verosimilitud, como es el caso de Sebastían, el revolucionario que abandona sus ideales tras un encuentro agónico con Michel y el Viejo.

El sentimiento trágico de la vida, aspecto esencial de nuestro novelista, es también aquí central. Lo que los personajes aprenden, al cabo, es que nada pueden esperar de esta vida, que sólo "más allá de las estrellas" se halla la esperanza y que el dolor es el peaje que hay que pagar por darse cuenta. 

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