05 mayo 2024

Relatos de lo inesperado

Hay una salsa especial Dahl que distingue estas historias de suspense de otras similares. Una salsa basada, sí, en el humor negro: Dahl maltrata a sus personajes como si fueran malotes de videojuego, pero además ellos mismos son así con el resto: egoístas, adúlteros, maniáticos, tiranuelos domésticos, todo dentro de una aparente normalidad. De hecho, si no fuera por la pista del título, y si leyéramos solo uno, podríamos pensar que estamos ante un mero relato costumbrista y ante unos personajes que son la mar de buenas personas: sin embargo, la cosa va ensombreciéndose sutil pero notoriamente, hasta que el final macabro ocurre como desenlace lógico, que no necesita mucha explicación. El maniático, la maniática, resultan monstruos.

Hay un relato que me resultó conocido apenas lo terminé, y es el titulado “Hombre del sur”, donde un tipo se apuesta un Cadillac contra un dedo del adversario a que este no es capaz de encender diez veces seguidas su mechero. Lo habían echado en la televisión, tal vez en Alfred Hitchcock presenta o una serie similar. Son cuentos fácilmente cinematografiables en efecto. Si tuviera que ser solo uno, me quedaría con “William y Mary”, donde el humor negro alcanza tal vez su cumbre, con ese científico loco narrando a su amigo moribundo cómo piensa, si él quiere, desguazar su cabeza para que el cerebro pueda subsistir tras su muerte, y con el cerebro, su conciencia.

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