09 mayo 2024

Como en broma,

pero muy en serio, Wenceslao Fernández Flórez definía así el espíritu de La Codorniz:

Cuando un escritor cuenta como un hombre arruinado acerca a su sien el cañón de una pistola, o cómo un enamorado desafía al que le arrebata la mujer que él ama, refleja –nada más—ciertas modalidades sin importancia de la estupidez humana.

Pero cuando –como hace poco en LA CODORNIZ—se nos presenta a un jugador de ajedrez que, ante un ineludible jaque a la reina, después de haber estudiado inútilmente todas las evasiones, se encara con su adversario para advertirle: “Usted no puede comer la reina, porque hoy es día sin carne”, entonces, queridos señores, se nos hace asomarnos a los abismos de la desesperación, se nos muestra estremecedoramente la angustia de un espíritu amenazado por lo irremediable, asistimos al proceso de una profunda congoja que alcanzó a buscar la solución por caminos extraordinarios. ¿Qué vale ese majadero que quiere matar a un hombre porque una mujer no le ama a él?

¿Qué puede interesar tampoco la psicología del tipo que se suicida para librarse de sus acreedores? Ambos proceden con arreglo a un simplismo que se inspira en su egoísta condición y, a la postre, no resuelven nada. Pero el infeliz jugador de ajedrez que ha repasado el tablero y ha visto que la jugada del rival no el consiente escape, apuró un cerebro espantosamente hasta hallar un milagro que contuviese la catástrofe. Vedlo inclinado hacia el otro jugador, conminatorio y apremiante, ansioso de despertar en él las ideas patrióticas y de respeto a las leyes, en que quiere escudarse. No pide gracia, no lo estrangula, no disculpa sus propios errores. Pálido y acuciante, sufriendo horrorosamente sin decirlo, le plantea la prohibición:

--Hoy es día sin carne… No puede usted…

¡Oh, qué tragedia, qué terrible tragedia! He leído pocas páginas de tan intensa ternura que me hayan conmovido y sugerido tanto.

“Demasiado serio”, en La Codorniz, número 60, julio 1492