21 julio 2016

"El deber civil de aplaudirles"


Eso es, en efecto. Es la mejor manera de definir lo que nos toca a los demás, una vez reconocidos esos derechos que unos innominati amparados bajo unas siglas cada vez más alargadas ("inventores de maldades", decía san Pablo) han impuesto en las legislaciones. El hallazgo es de Ángel Rodríguez Luño:

...Nadie duda que cada ciudadano puede desarrollar libremente actividades de su interés, y que tales actividades entren genéricamente en los derechos civiles comunes de libertad. Cosa bien distinta es que actividades que no representan una contribución significativa para el bien común puedan recibir del Estado un reconocimiento legal específico y cualificado. Las instituciones de derecho público no son un instrumento al servicio de la legitimación social y política del estilo de vida de una minoría que quiere imponer a los demás el deber civil de aplaudirles.

("Aspectos ético-políticos del reconocimiento legal de las uniones homosexuales", en Cultura política y conciencia cristiana)