16 enero 2008

La casa de Bernarda Alba


La dialéctica es falsa, claro. Represión/liberación de instintos: el eros es más complejo que eso. Por ello me reafirmo en que La casa de Bernarda Alba ha de ser leída desde una perspectiva freudiana. Será difícil, creo, encontrar un drama que ilustre mejor las teorías del vienés sobre la neurosis como resultado de pisotear la libido y todo eso. Es posible, además, conociendo la dimensión didáctica que Lorca daba al teatro, que la obra haya sido concebida con el fin de divulgar esas tesis. Hay otras obras freudianas, como la Viridiana de Buñuel o La residencia de Narciso Ibáñez Serrador, pero no tan explícitas en su concepción.


Sin embargo, La casa de Bernarda Alba se avalora por su carácter trágico. El genio de Lorca para la tragedia se pone aquí de manifiesto como en sus otras dos obras mayores, y no necesita, como en estas, recurrir a imágenes sorprendentes sino que le basta con el lenguaje popular y su rica fraseología para dar a la obra una expresividad apabullante: "así te va con esos humos", "la noche quiere compaña", "salía fuego de la tierra". Igualmente resulta llamativa la parquedad de medios de orden escénico y de gestualidad: con silencios, con un bastón, con cuatro paredes encaladas, Lorca consigue que se masque la tensión. Sin olvidar la presencia imponente de ese personaje que nunca aparece, Pepe el Romano, el varón (el macho), dueño de las almas (de las libidos) de todas.


Nota redactada en julio del 2007.