¿Qué digo de Umbral? Que era el mejor, en efecto, y que es una pena que siendo el mejor tuviera tan poco que decir. Que lean ustedes Mortal y rosa y corran un pudoroso velo sobre el resto. En aquel libro contó la pérdida de su esperanza con una prosa increíble y después invirtió su talento en jugar a ser dios, perdonando una vida en cada línea y logrando que se lo agradecieran. Pudo suscitar odios y temores reverenciales: la muerte viene a cambiar todo eso por algo que seguramente es lo último que él habría querido inspirar: compasión.