La política puede ser relativamente honesta en los momentos en que la historia camina con paso tranquilo; en sus tormentas críticas, la única regla posible es el viejo adagio según el cual el fin justifica los medios. Nosotros hemos introducido el neomaquiavelismo en este país; los otros, las dictaduras contrarrevolucionarias, nos han imitado torpemente. Nosotros hemos sido neomaquiavélicos en nombre de la razón universal: esta es nuestra grandeza; los otros lo son en nombre de un romanticismo nacional; ese es su anacronismo. Por esto, a fin de cuentas, la Historia nos dará la absolución a nosotros, no a ellos…
En El cero y el infinito, “Segundo interrogatorio”, capítulo I.
De eso debían de estar todos convencidos. Al fin y al cabo,
es lo que dijo Fidel Castro cuando
lo detuvieron. La historia no sé, pero sus contemporáneos, aún hoy, son
enormemente más indulgentes con el comunismo que con otras dictaduras, salvo en
Europa del Este. Sin embargo, no creo que la causa sea la que aduce aquí
Rubashov. Los comunistas han sido maestros, entre otras cosas, en el arte de la
propaganda. En eso llevan años luz de ventaja y va a ser muy difícil
revertirlo.
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