La historia no tiene un fin en sí misma, sino que se halla,
el fin, fuera de ella, en la eternidad. Es, pues, como cabía esperar en Berdiaev, una visión cristiana de la
historia. La cual no es más que un eón dentro del plan divino, puesto en
marcha, este eón, por la libertad humana. Concretamente, dice Berdiaev, es la libertad para el mal lo
que pone en marcha la historia, lo que nos hace suponer que el autor piensa
que, si el hombre no hubiera empleado su libertad para el mal, probablemente no
tendríamos historia sino otra cosa. Pero eso no lo deja claro.
Según Berdiaev,
nos hallamos empezando la época que sucede al Renacimiento, caracterizada por
una nueva barbarie cuyas caras más visibles son el capitalismo y el socialismo,
éste consecuencia de aquél. La edad antigua se habría caracterizado por una
vida del hombre a ras de naturaleza, dando a este concepto un carácter
negativo, opuesto a lo espiritual. Fue en la Edad Media cuando el cristianismo
se encargó de llenar de espiritualidad al ser humano, el cual acumularía unas
fuerzas que desplegó en el Renacimiento, época de creatividad y de libertad,
pues él considera que en el mundo medieval esta libertad se encontró represada,
no sabemos por qué, o al menos a mí no me queda claro. Pero el Renacimiento se empeñó
en volver a lo clásico, cosa que ya no era posible dentro de la nueva espiritualidad
cristiana. Por eso acabó por agotarse y aquí estamos, en una nueva barbarie que
espera su nueva edad media (título de una de sus obras más conocidas y poco
editadas).
He dicho dos veces que algo no me quedaba claro, pero no quiero
dar la impresión de que el libro es oscuro. Antes bien, estas tesis quedan bien
explicadas y no dejan de resultar convincentes en lo fundamental. Como filósofo
de la historia, fue Berdiaev uno de
los mejores intérpretes de su tiempo.