01 febrero 2024

Orgullo y prejuicio

Esto era un señor que tenía cinco hijas que había que casar a toda costa, ya que, según las leyes del tiempo, la herencia tenía que recaer en un varón, que en su caso es un primo cursi y engreído. El padre, sin embargo, es un tipo bastante sereno y juicioso y carece de las impaciencias de su esposa. Aparece un hombre llamado Bangley que puede ser partido para la mayor, Jane. Por su parte, Elizabeth rechaza las proposiciones del primo Collins, ante el horror de su madre. Entonces Collins va y se casa con la vecina y amiga de la familia, Charlotte Lucas. Bangley desaparece de escena inopinadamente, tal vez por influencia de su amigo Darcy, que querría casarlo con su hermana (de Darcy, claro). Este, no menos inopinadamente que lo otro, pide matrimonio a Elizabeth, que le rechaza en los términos más duros que una novela de Jane Austen conoce. Sin embargo, Darcy no será el hombre que los prejuicios de Elizabeth habían imaginado, ni Wickham, el soldadito que se presentaba como su víctima, el santo varón que ella supuso.

Y va Lydia, la hermana menor, y se fuga con Wickham. La desolación en la familia no es para descrita, teniendo en cuenta los valores de esta sociedad. Pero, tras varios días de zozobra, se sabe que quieren contraer matrimonio. Y el fautor de ese matrimonio, que incluye un generoso préstamo por su parte, dado que Wickham está a dos velas, resulta ser Darcy. Empezamos a oír a lo lejos las campanas de boda entre éste y Elizabeth, pero se adelanta Jane con Bangley. Aún hay que superar los últimos restos de orgullo y prejuicio para que Elizabeth y Darcy se sinceren y se descubran sus sentimientos. La orgullosa y poderosa tía de Darcy no es obstáculo para el firme carácter de la joven.

Y al final todos felices. Y, que yo recuerde, no muere nadie, cosa rara en una narración de más de cien páginas.

Después de leer a Elizabeth Gaskell, se nota el salto de nivel. El humor sutilísimo, tanto en la voz narradora como en algún personaje (el señor Bennett); esos diálogos que parecen un vals vienés, el modo en que en cada personaje se dosifican en cantidades diversas ese orgullo y ese prejuicio que sirven de título y que, en efecto, son los protagonistas… Austen es mucho más, sin duda.

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