20 junio 2018

Verano en English Creek


Aunque hay trama, esta novela es más que nada un reportaje sobre la vida rural en Montana, en concreto en los años 30. Bueno, rural es casi toda la vida en Montana, ya que se trata de un estado que es casi todo bosque. Guardabosques es el padre de la familia protagonista; su hijo menor, que es el narrador, como suele decirse, despierta a la vida, y el otro ha decidido su camino en ella, un camino que no pasa por la universidad, lo cual es el origen del leve conflicto que se plantea. Leve para nosotros los lectores, claro.

Vemos cómo es la vida diaria, en verano por supuesto, de un guardabosques, y nos hacemos cargo también de cómo son otras actividades propias de aquel lugar, pues Jick (el chico menor) pasa unos días como vivandero, ayudando a un tal Stanley que tiene su papel emocional en la historia; le vemos también cavando una letrina y hay por ahí pastores de ovejas, animadores de rodeo y otras especies.

Es una existencia sencilla, con la dureza que se le supone, aunque los personajes se quejan lo justo. Y respecto a eso, durante la lectura me he preguntado qué novelista español podría compararse a este Ivan Doig, alguien que nos mostrase los trabajos y los días en el entorno rural de cualquier provincia sin que los personajes actúen como si les debieran algo. Y no lo encuentro, a no ser que me remonte a Pereda y su Montaña. A Ivan Doig se le lee al menos con la misma gratitud, o más, ya que el estilo es más cercano a nuestra sensibilidad, como suele decirse, y a pesar de la mayor lejanía de sus escenarios.

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