24 julio 2017

Goldfinger

Es la única novela de James Bond* que he leído, y no tiene ni de lejos el atractivo de las películas, que es ante todo visual, como es sabido. A juzgar por lo que se ve en la tienda Kindle, casi nadie las lee hoy tampoco.

Aquí 007 se enfrenta a uno de esos villanos tan estrafalarios que casi no son humanos y por eso importa poco hacerlos pedacitos al final. Un obseso del oro, agorafóbico, que tiene la costumbre de pintar de dorado a sus amantes para hacerse la ilusión de que posee al precioso metal... y la exquisita idea de matar a una secretaria sospechosa pintándola hasta el último poro. Tuve que saltarme todo un capítulo, o más (cosa que no me gusta hacer), donde Fleming se dedica a narrar pormenorizadamente el partido de golf que disputan Bond y Goldfinger. La cosa es que Goldfinger quiere desvalijar Fort Knox y 007 mantiene con él el típico juego del ratón y el gato con escenarios a lo grande y chicas malas y glamurosas.

* ”...estaba sentado en el ultimo saloncito de espera del aeropuerto de Miami, meditando sobre la vida y la muerte. Matar formaba parte de su profesión. Nunca le había gustado hacerlo; cuando tenía que eliminar a alguien, lo hacía lo mejor posible, y enseguida se olvidaba de ello. Como agente secreto a quien se le había concedido el raro prefijo del doble 0 –que en el Servicio Secreto significaba licencia para matar–, tenía el deber de mirar la muerte con la misma frialdad que un cirujano.” Como se ve, nada fuera del alcance de Lou Carrigan o de alguno de estos autores de historietas de kiosco.


__