17 febrero 2016

Cristo en Torremolinos


Desde luego, no esperaba encontrarme con un Bernanos español, o tal vez sí. Pero la experiencia ha sido decepcionante: es una historia moralista a lo Balarrasa, con gente que muere con las manos vacías después de dedicarse a la vidorra padre y gente que acaba regenerándose gracias al punto de esperanza que queda en ellos, o quizá gracias a un toque de gracia divina que saben aprovechar, o las dos cosas: este es el caso de Felipe, el protagonista. Creo que la novela habría ganado bastante si no llega a aparecer la figura de Cristo en persona, nunca designado como tal pero reconocido hasta por el lector más limitado. Al fin y al cabo, también hay en la novela un personaje que parece expiar con su muerte los pecados de los demás. Eso bastaba para justificar el título.

José María Souvirón reacciona aquí contra el desmadre de Torremolinos que abrió una vía de agua en la reserva espiritual de Occidente, en los años 60. Los caídos en esas redes contrastan con los sensatos, en diálogos correctos que recuerdan, insisto, el cine bienintencionado español de la época. Maricas y corruptos acaban en la perdición más absoluta y los buenos reciben con impecable espíritu cristiano los zarpazos del mal. También son correctas las descripciones de ambiente, hasta el punto en que uno añora esas travesías en cochazo por las costas de Málaga. Al final cierras el libro con satisfacción cuando hace tiempo que has comprendido su limitado alcance. A su nivel, cumple.

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