04 agosto 2015

Tenga usted éxito en su muerte



Fabrice Hadjadj incide aquí, con su estilo conceptista y desenfadado, en esa realidad que los europeos del siglo XXI han dejado de lado con perfecta irresponsabilidad: es más importante atender al bien morir que al bien vivir; de hecho, “tener éxito en la muerte” es lo que a la postre importa, pues la muerte es, como bien expresó Quevedo, lo único seguro de la vida. He hablado de desenfado, pero Hadjadj imprime también a su discurso un humor macabro al que el tema se presta, desde luego. Así lo vemos ya en el lema de la introducción, una “cancioncilla popular” aparentemente candorosa: “Así dan, dan, dan las pequeñas marionetas. Así dan, dan, dan tres vueltecitas y después se van…” Lo que viene a decir, de modo menos explícito, lo del villancico castellano: “La nochebuena se viene, la Nochebuena se va…”

Es sólo Cristo quien tiene el secreto del bien morir, pues es quien ha vencido a la muerte. Pero la ha vencido en la cruz, y por eso la cruz es una bendición: si el autor subtitula su obra Antimétodo para vivir es porque vivir según Cristo implica “perder la vida” por Él, según la frase evangélica. Cuando se nos educa para el éxito en sentido mundano, están haciendo con nosotros lo que el padre que malcría a sus hijos. Dios trata duro a sus amigos, como bien sabía santa Teresa, y una vida regalada no es el mejor aval para entrar en la eternidad. Por eso el cristiano es siempre mártir, de alguna manera, pero nunca buscará el suicidio: la contraposición entre ambas actitudes es quizá lo más interesante del volumen, que es puro sermón de la montaña, en el fondo, pero con el aderezo del ingenio verbal de un tipo que reflexiona y, desde luego, trata a Dios con confianza.

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