La defensa de la libertad individual es una de las finalidades que determinan su creación y dan sentido y ejemplaridad a la novela de El celoso extremeño […] Los cerrojos cierran, pero no guardan. La honestidad no depende de que tapiemos la puerta de nuestro cuarto; depende de nuestra virtud. Ahora bien, “solo en la libertad florece la virtud. De aquí que si se ama la virtud se tenga antes que hacer al hombre libre; de aquí también que cuando el convento se considera únicamente como clausura, sirva exclusivamente para expiar las culpas… Carrizales no buscaba en Leonora un ser virtuosamente inocente, sino inocentemente ignorante, que no echara de menos su libertad. Con la vida de Carrizales todos los sectores viven lo poco que hay que fiar de llaves, tornos y paredes cuando queda la voluntad libre”. Este ha sido el error de Carrizales. El ejercicio de la virtud supone libertad, y aquel que quiera encauzar la voluntad de alguien hacia el bien, necesita primero liberarle. (Dicho sea de paso, esta es la gran cuestión que el hombre, en cualquier tiempo, tiene planteada.)
Luis Rosales, Cervantes y la libertad, séptima parte, capítulo 1. Cita de Joaquín Casalduero