26 agosto 2024

La otra vida del capitán Contreras

Torcuato Luca de Tena consigue aquí salir airoso de un tema trillado, tan trillado como el de la persona que se ve de repente trasladado a una época que no es la suya, con la obligación de adaptarse a los usos de tal época. Tema que, como sabemos, suele utilizarse para hacer una crítica social. Digo que sale airoso porque, junto a esa crítica, que la hay, don Torcuato acierta a presentarnos el drama humano que tal deslocalización lleva consigo.

Al capitán Contreras lo encuentran vivo, aunque inconsciente, en su sepulcro. Más tarde nos explicará que fue objeto de una operación cuyo secreto conocían solo algunos moriscos y que de entrada solo debía haberle mantenido dormido quince días. Un doctor y un periodista, ambos ávidos de la gloria que proporcionará el caso, se lo llevan a los Pirineos, lo reaniman y lo reeducan para aclimatarlo a su nuevo ambiente. Contreras muestra ser un hombre noble hasta el punto de que, en conflicto con la doblez y la mala fe que halla a su alrededor, resulta ingenuo. Hastiado, se traslada a una propiedad en el campo, donde hace vida casi eremítica junto a una mujer que, al parecer, le comprende. Pero no podrá escapar tan fácilmente.

Luca de Tena no disimula la tesis: hemos avanzado increíblemente en lo material pero a costa de retroceder de modo lamentable en lo espiritual. Contreras se ve deslumbrado por los progresos realizados por el hombre durante los siglos que ha permanecido en hibernación y da gracias a Dios por ello, pero el roce con la mezquindad de que hacen gala hombres y mujeres le lleva al desengaño.

El autor utiliza varios planos ficcionales con el fin de dejar en suspenso la realidad de la historia. El lector puede quedarse con la versión policial que acusa de fraude a Cornejo, el periodista, o hacer caso a este asumiendo la verdad de la resurrección de Contreras. Tenemos también un extenso prefacio (con dramatis personae y todo) que, en tercera persona y desde el siglo XVII, nos pone en antecedentes de todo. Para que luego digan que la novela experimental empieza en los 60, eh.

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