12 mayo 2021

Chiringuitos

 De nuevo escucho a gente en la radio hablar de los chiringuitos de género y cosas así. Creo que yerran el tiro cuando insisten en que las motivaciones de tales activistas están en el lucro. Es cierto que, ya de paso, si puede forrarse uno, tanto mejor. Pero las motivaciones están en otra parte, más allá de la pasta. No es tan difícil admitir que hay gente que piensa que el mundo debería ser así, con un sexo maleable y con el matrimonio prácticamente reducido a una institución histórica, o que quieren convencer al mundo de que las relaciones entre hombre y mujer son básicamente conflictivas. Personalmente, creo que, más que de una convicción, se trata de odio real a la postura contraria, es decir, a la que se funda en la naturaleza y en la recta razón: odio a la humanidad en definitiva, o al cristianismo, que recuerda que somos lo que Dios quiso que fuéramos. Pero eso no puede alegarse en un debate porque sería juicio temerario. En todo caso, lo pertinente no es descalificar a esa gente por su supuesto afán de lucro, sino afirmar la realidad del matrimonio y del hecho sexual o de lo que sea el caso frente a las insensateces a las que aboca un pensamiento fundado en el ajuste de cuentas con la creación. De otro modo, te pueden alegar, como hizo el otro día una periodista con la presidenta de la comunidad madrileña, que la tauromaquia es otro chiringuito, que la Iglesia (¡!) es otro chiringuito…, sin que puedas hacer más que eludir la cuestión reafirmando la justicia de sostener a esos entes sociales, pero sin acertar a distinguirlos de los otros.