14 septiembre 2018

Borrar puntitos o liquidar parásitos.


Es curioso lo que estos argumentos del agente estalinista Ivanof (El cero y el infinito) se parecen en su cinismo a los del criminal Harry Lime en El tercer hombre:

Anualmente mueren varios millones de seres humanos sin ninguna utilidad, por epidemias y otras catástrofes naturales. ¿Y nosotros vamos a retroceder por el sacrificio de algunos centenares de miles en pro de la experiencia más prometedora de toda la historia? Esto sin decir nada de las legiones que mueren por la mala alimentación y la tuberculosis en las minas de hulla y de mercurio, en las plantaciones de algodón y de arroz. Nadie se preocupa; nadie pregunta por qué ni para qué; pero si nosotros fusilamos a algunos millares de personas objetivamente nocivas, los humanitarios del mundo entero espumarajean de indignación. Sí, nosotros hemos liquidado la parte parasitaria del campesinado y lo hemos dejado morir de hambre. Era una operación quirúrgica, necesaria de una vez por todas; y en los buenos tiempos anteriores a la Revolución morían otros tantos en un año de sequía; pero morían sin cuenta ni razón... La naturaleza es pródiga en sus insensatas experiencias, aunque el objeto de ellas sea el hombre. ¿Por qué no va a tener la humanidad el derecho de experimentar sobre sí misma?

Solo que, aquí, el desprecio por el hombre se disfraza de tributo a la humanidad.