
Y, sin embargo, la imaginación es la gran baza de un libro
cuyos planteamientos no tienen nada de original: un niño tímido y acosado
(como hoy se diría) por sus compañeros de colegio se refugia en los cuentos
fantásticos y un buen día empieza a vivir esa aventura que siempre soñó, una
aventura que a veces se presenta como alegoría del mundo: Bastian comprendió,
dice el narrador en un momento dado, que no sólo Fantasía estaba enferma, sino
también el mundo real. Ambos interaccionan a lo largo de la novela y el
protagonista acaba transformado moralmente por su aventura.
Como de costumbre, el cine vino a suplir a la imaginación.
Por lo poco que he visto, creo que lo hizo bastante bien.