03 julio 2008

Juanita la Larga


Unos tres años después de que apareciera Juanita la Larga, Ángel Ganivet definía, en Idearium español, el espíritu del senequismo: "No te dejes vencer por nada extraño a tu espíritu... "; sean cuales fueren los poderes que se levanten contra ti, "mantente de tal modo firme y erguido que al menos se pueda decir de ti que eres un hombre". No recuerdo las palabras exactas, pero esta máxima es todo menos determinista, y coincide con el propósito de Juan Valera de dar una bofetada al Naturalismo y con el carácter de Juanita, su personaje. Cordobesa como Séneca y antideterminista como Ganivet, encarna mejor que este la actitud firme y combativa que transcribíamos, pues al final el autor de Granada la bella se declaró vencido y se derrumbó, como bien sabemos. Ni las convenciones ni los prejuicios de los que mandan en su sociedad son capaces de imponerse a los firmes principios de Juanita, que resiste y vence, por más que conozca la tremenda fuerza de sus adversarios. Valera sabía bien que es más fuerte la mujer, con lo que las palabras de Séneca resultarían irónicas si no se tomara la palabra hombre en sentido genérico.

El personaje de doña Inés también es llamativo. No es una simple beata, como dice el prologuista de esta edición (Alianza), sino una mujer que no encuentra cauce para la santidad en su mundo, y trata de convertir en santa a Juanita ("si no vencí reyes moros, engendré quien los venciera") haciéndola monja. Pero sólo consigue hacer el papel de mala de la película. Triste destino que sólo la resolución de Juanita, una vez más, consigue frustrar.

Nota redactada en octubre del 2000.

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